jueves, 29 de octubre de 2015

SANTIAGO PALENZUELA. Hoy no hay absolutamente nadie con quien hablar











HOY NO HAY ABSOLUTAMENTE NADIE CON QUIEN HABLAR
Catorce escalones hasta llegar a la puerta



01. La habitación crece y se expande dentro de sí misma. De su centro irradian la pintura y        los animales.

02. En las estancias se posa la mirada. Y se abandona.
     Son los espacios de descanso que ignoran la insistencia de las imágenes que lanza el            mundo. Ante el agotador bombardeo iconico que nos envuelve es pertinente una                parada. La mirada detenida.

03. Los exiliados se llevaban las puertas de su casa; en algún caso las lanzaban al mar y            abordaban en el lugar donde las puertas encallaban. En ese lugar descifraban la                  narración del mundo. Como en un mapa.

04. La geometría temblorosa de los interiores no desvela el recorrido. Siempre el mismo         sitio, el mismo lugar en el mapa. Pero en la interferencia de los umbrales y las                   proyecciones hay otro territorio. En las ventanas y las puertas. La posibilidad.






05. Hay cierta dosis de extrañamiento en la estancia de la pintura. La ausencia de la figura      subraya su existencia. Otra vez extrañada.

06. Llegaron a la caseta al mediodía. La estructura rozaba el mar en el arrecife y cuando          subía la marea se mojaban las puertas. Dentro, las literas y el barco boca abajo en el          techo. Las ventanas abiertas para que entre el aire. Pescaron tres abadejos y, después      de cortarlos, dejaron las tres cabezas encima de la mesa. Una celebración. Luego llegó      la noche y abandonaron la playa. Subieron por un camino de piedra. Al llegar a lo alto        se pararon para ver la casa-barco. La casa estaba iluminada, y en su incendio, parecí          encendida por dentro.








07. La sosegada y paciente insistencia en la misma habitación. En el mismo lugar.

08. La calima es otra figura del extrañamiento insular. Cada cierto tiempo se apodera del        espacio y lo convierte en apéndice del desierto africano y dura lo que dura la corta            incertidumbre de la  suspensión del polvo en el aire. La luz pierde su calidad cegadora      y se vuelve turbia, densa y acogedora. Inestable y a destiempo, la calima no llama,            llega. Y las habitaciones están todas llenas de calima.






09. Las pinturas siempre reflejan las dudas y las preguntas por contestar y el pintor                  pregunta para ser contestado con otra pregunta. Configurar. Proyectar. resolver                problemas, hay que resolver problemas.

10. El pintor elige. Y elige a sus amigos como elige el material. Óleo. Oil on canvas. Con          mucho oil.
     Y elige a sus enemigos. Y crea sistemas de selección.

11. Al llegar al último piso el paisaje era el de una escalera plegada bajo nuestros pies. En        el silencio el ruido de nuestro esfuerzo hasta atravesar la puerta. Una vez dentro, el          laberinto de las habitaciones y el desorden acomodado en ellas. Algunas veces, unos          amigos. Otras veces, Oliverio y Shauna Sand. Nada más.






12. Hablaban entonces sobre lo que había que pintar. Sobre lo vivencial y su capacidad            para transformarse en matéforas activas. Sobre los sistemas de selección como                  reconocimiento para crear proyectos y posibilidades nuevas. Sobre el porqué de pintar      mal. Sobre los sitios como lugares para la pintura. Sobre cuál es el riesgo. Sobre las            metáforas robadas. Sobre la mentira. Sobre el descreimiento de la novedad. Sobre la        contención. Sobre los márgenes y los marcos. Sobre las manchas y el homenaje a                sombrita. Sobre cómo saber cuando está terminado un cuadro: "Daba vueltas en la              habitación como un perro encerrado, hasta que un día todo ocupaba su lugar. No hacía      falta ni más ni menos. Un cuadro era ahora el cuadro y estaba contento".






13. Hay un hombre detrás de una mata.

14. Pinturas para los amigos. Un texto para un amigo.









* Este Texto fue escrito para el catálogo de la exposición de Santiago Palenzuela que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife en 1997. El catálogo fue editado por el Círculo de Bellas Artes de Tenerife.